La figura de Juanelo Turriano es la de un gran ingeniero, mecánico, relojero, matemático y astrónomo, de pocos amigos, carácter difícil, y enorme ímpetu constructor que ya le reportó fama en vida, especialmente Los Artificios de Toledo, pero sin olvidar entre otras obras:
El Planetario y el Cristalino, dos relojes astronómicos que construyó para Carlos V y Felipe II respectivamente. Actualmente desaparecidos.
Numerosos autómatas y particularmente el Hombre de Palo, que según dice la leyenda, iba cada día desde la casa de Juanelo al palacio arzobispal por la calle Toledana que aun hoy lleva su nombre, de donde volvía con comida para su ya anciano constructor. Actualmente se conservan algunos autómatas con atribución posible a Juanelo Turriano.
El discurso que elaboró a petición de Felipe II para el Papa Gregorio XIII, con el fin de llevar a cabo la reforma del calendario Juliano.
Los Veintiún libros de los ingenios y de las máquinas de Juanelo, uno de los principales teatros de máquinas renacentistas de Europa, no publicado hasta fecha reciente. Actualmente está en discusión su autoría, pudiendo ser atribuida total o parcialmente a Pedro Juan de Lastanosa y Jeroni Girava.
Asesor en obras reales de ingeniería civil (monasterio del Escorial, presa de Tibi, acequia de Colmenar, acequia real del Jarama), constructor de planetarios, esferas armilares y otros artefactos mecánicos.
Desgraciadamente apenas se ha conservado hasta nuestros días, una mínima muestra de las creaciones de Juanelo y la documentación asociada, siendo objeto de estudio a través de relatos indirectos.