No se conservan planos ni referencias técnicas que definan claramente Los Artificios, solo se dispone de descripciones y citas indirectas de viajeros y personajes ilustres que los visitaron.

Las crónicas detallan que los Artificios estaban ubicados en el interior de construcciones de obra que los resguardaban de las inclemencias del tiempo, los hurtos de materiales valorables (especialmente hierro, cobre y latón), y mejoraban la higiene del agua transportada. Así pues, permanecían ocultos a la visión de transeúntes y solo eran visitables en caso de disponer de autorización expresa.

A partir de 1602, (7 años tras la muerte de Juanelo), y debido a la instalación del ingenio de Juan Fernández del Castillo, se podía observar sin penetrar en el interior de los edificios de obra:

• Las bombas de émbolo instaladas por Juan Fernández del Castillo a lo largo del recorrido entre el Tajo y el Alcázar, adosadas en el exterior de los edificios que contenían los Artificios, (ya que utilizaban la transmisión de energía diseñada por Juanelo para accionarlas).
• Las reformas implementadas también por Castillo en la etapa de captación de agua del cauce del río.
• Los edificios de obra originales de Juanelo que contenían los Artificios.

A partir de 1602 los viajeros pudieron confundir partes del ingenio de Castillo con los Artificios, especialmente la etapa de captación de agua del Tajo.

Los gravados coetáneos y posteriormente fotos de las ruinas de los Artificios, muestran únicamente los edificios que los contenían en su interior, presentándolos como una hilera continua y serpenteante desde la orilla del Tajo hasta el Alcázar, adaptándose a las pendientes de la ladera.